En España, el año 1968 fue relativamente pequeño en eventos de importancia internacional, sin mencionar que no sucedió nada importante a escala nacional, ya que fue uno de los años clave en la fase del “milagro económico” y el llamado ” apertura”. , que permitió al franquismo llevar a cabo una reforma política y una liberalización cultural cautelosas, selectivas y contradictorias.

Como Grecia y Portugal, otras dos dictaduras occidentales en el sur de Europa, España era periférica y subconsciente de los países superiores, donde las famosas protestas eran más intensas. Encerrado en la burbuja franquista, se mantuvo al margen de los grandes temas y tensiones de ese año.

Los “sesenta” oscurecieron lo sucedido en España con un nombre y una reputación, plantados, sobre todo, por el peso del mayo francés, y luego recordado por algunos sujetos periodísticos, en un año importante para nuestra historia en los últimos tiempos. Pero debe reconocer un aspecto material de su singularidad: que España fue una dictadura real, no una dictadura metafórica típica del discurso de los manifestantes. Y había una diferencia significativa entre este y “otros sesenta”. En ese sentido y en otras cosas, España era diferente.