La incertidumbre surge cuando se negocia o se hace un contrato, por lo que todos los contratos son natural o fisiológicamente incompletos. No reflexionan sobre “todos los estados del mundo”. Bajo esta premisa, la doctrina económica destaca los déficits de eficiencia que genera esta falta de exhaustividad y valora la viabilidad de modelos contractuales que puedan ser negociados o renegociados ex post para adaptar la agenda empresarial a un mundo cambiante. Desde un punto de vista jurídico, esos acuerdos tan inciertos o de términos tan abiertos plantean un problema fundamental: decidir si esos acuerdos pueden o no ser elevados a la categoría de compromisos jurídicamente vinculantes. El derivado, por supuesto, cuando se entiende un contrato, es determinar cómo llenar los vacíos de la transacción y si es conveniente hacerlo. El presente trabajo pretende dar respuesta a todas estas interrogantes a partir de un análisis detallado de la práctica judicial y de diversas propuestas de modernización del derecho contractual, que muestran que la teoría clásica del objeto del contrato puede aportar algunas herramientas dogmáticas útiles que aún ofrecen para tal fin.