Elvira de Hidalgo (1891-1980) fue una de las sopranos más destacadas del primer tercio del siglo XX, ahora rescatada de una maldición gracias a esta monumental biografía de Juan Villalba Sebastián, en colaboración con músicos y especialistas de diversas nacionalidades. Nacida en Valderrobres, Teruel, Elvira fue reconocida por todos los públicos y críticos a nivel internacional como la mejor Rosina de su tiempo, el personaje principal pizpireta de la aclamada ópera de Rossini El barbero de Sevilla, que se ha presentado con éxito en teatros de toda Europa, en América Latina y los Estados Unidos. Estados. Tocó con las grandes figuras de los años dorados de la ópera: tenores como Caruso, Fleta, Lázaro, Gigli, Smirnov, Bonci, Schipa o Lauri-Volpi; barítonos como Battistini, Campanari, Montesanto, Galeffi, Stracciari o Ruffo; y bajos como Chaliapin, Didur, Journet o De Angelis. Siempre ha actuado en los mejores escenarios del mundo, como el City de Nueva York, el Covent Garden de Londres, La Scala de Milán o la Ópera de París, aunque ha renunciado a otros escenarios de primer nivel como el Colón de Buenos Aires, Costanzi de Roma, San Carlo de Nápoles, Liceo de Barcelona y Teatro Real de Madrid. También estuvo encabezada por legendarios bastones como Pietro Mascagni, Thomas Beecham, Arturo Toscanini o Tullio Serafin. Al mismo tiempo, Elvira no era una profesora de canto cualquiera, y las bases de su docencia se asentaron en esa larga y exitosa carrera profesional, que se había desarrollado durante más de tres décadas. Su discípula más famosa fue María Callas.