Luces de Invierno nos lleva al Berlín contemporáneo, donde se encuentran todos los personajes que rodean al presidente del Gobierno, Añes, una mujer vasca que dejó su casa para irse a París y de allí, a través de vecinos que descubres y degustando esta novela, a Berlín. Berlín es el centro pero cada personaje tiene una historia y unas raíces, aunque no deciden sus vidas, las marcan indeleblemente. ¿La destrucción y el respeto que recibió? ¿Melancolía y sensación de libertad, desapego y necesidad de memoria, soledad e independencia? es uno de los hilos que debilita la trama. En esta aniquilación, o en la vida de nominados y migrantes, son apropiadas muchas vidas: relaciones en las que el abuso psicológico es visible pero quizás mantenido para paliar la soledad, amistades que durarán toda la vida. Vida y supervivencia a los malentendidos, las falsas amistades que desaparecen del movimiento, historias cruzadas, historias entrelazadas. La tenue luz invernal que presenta Irati Elorrieta guía a estos personajes migratorios que tienen dos formas de entender la realidad: a través del recuerdo de quiénes fueron y de dónde vienen, qué heridas componen su cuerpo, y a través de los lazos consecuentes que están creando en el regalo. Esta novela es una reflexión profundamente emotiva, basada en una mirada personal que explora la vida cotidiana, la amistad, la conexión comunitaria, la destrucción y las raíces, la migración, la búsqueda del afecto y un lugar en la vida para seguir creciendo.