La gracia de Madrid, la chispa de esta ciudad a través de su gente, es conocida desde tiempos inmemoriales. Quizás el legado del teatro del Siglo de Oro, la reunión de sus ciudadanos de toda España, desde la Corte se trasladó a esta ciudad en el siglo XVI, dichos y versos que solo se compusieron aquí.

Estas páginas recopilan la evidencia de esto. Acontecimientos, historias y dichos que definen a los madrileños, como la feria del libro, la Cuesta de Moyano, pasaron a denominarse Feria del Boquerón porque los libros se exhibían en cajas de madera, como peces; que los madrileños definieron una escuela, la Real de Santa Bárbara de Niños Músicos, dirigida por Farinelli, el célebre cantante de castrato italiano, como Casa de los Capones; que el lago de la Casa de Campo se convirtió en un espectáculo para lanzar submarinos; que Einstein, según un castaño de indias, podría ser el inventor del automóvil; esa basura puede llevar el nombre de un dedo debido a su parecido físico con él; o una casa se llamaría “Tócame Roque” y otra “que se joda la puerta”. Son solo un pequeño ejemplo del intelecto de Madrid.