Esta prolongada crisis económica, que seguimos sufriendo, ha puesto al consumidor ante dos caras complejas, el abuso y la usura, exponiendo carencias sistémicas que requieren una profunda reflexión sobre la consideración que la Ley, consistente en la norma y proyectando siempre la interacción forense. es un resultado beneficioso de la tensión teológica suscitada entre los hechos sociales y los valores imperantes. Es necesario lograr un sistema justo que no brinde ninguna protección al consumidor, o una regulación que garantice el derecho a proteger este a costa de hacer inseguro un contrato.
financiera en general y, en particular, la garantía hipotecaria. El caso es que el propósito natural de las empresas para obtener el mayor nivel de beneficio no puede proyectarse al margen de los principios éticos ni desconectarse del bienestar social. Se carga, como una necesidad ineludible,
replicar las condiciones generales específicas de los contratos que van desde la reivindicación de la protección exclusiva de los intereses del predecesor, y en ocasiones el incumplimiento de los principios de buena fe y equidad de beneficios, hasta que se incorporen los principios éticos de autolimitación. el desempeño de las instituciones financieras en el mercado y, en consecuencia, en sus relaciones con los fanáticos. Por tanto, cumple, entre otras cosas, la necesidad prioritaria de restablecer la confianza en el mercado hipotecario y de asegurar su plena reimplementación como fiel reflejo del instrumento de financiación más adecuado y sólido. En este ámbito, la transparencia en los ámbitos precontractual y contractual es un requisito inevitable. Este libro está dedicado a una revisión cuidadosa de todos estos temas candentes.