Los cimientos sobre los que nuestras democracias tienen fallas fundamentales son vulnerables a la erosión interna. ¿Cuál es el remedio?

AC Grayling defiende una constitución clara, coherente, basada en principios y escrita, y establece las reformas necesarias, que incluyen abordar el desequilibrio de poder entre el gobierno y el Parlamento, imponer términos fijos para las defunciones, introducir la representación proporcional y reducir la edad para votar a 16 (la edad a la que puede casarse, apostar, unirse al ejército y pagar impuestos si trabaja) – para asegurarse de que tales intenciones constitucionales no puedan ser restauradas o ignoradas, hágalo. Dado que las democracias de todo el mundo muestran signos de decadencia, la cuestión de crear una buena situación, una que sea democrática en el sentido más amplio de la palabra, no podría ser más importante.

Por poner solo un ejemplo: con las medidas más simples, ni Gran Bretaña ni Estados Unidos pueden pretender ser verdaderamente democráticos. El principio más fundamental de la democracia es que no habrá voz más fuerte que cualquier otra. Pero en nuestro sistema “primero en el poste”, un votante que apoya a un candidato perdedor no está representado, su voz es desigual a la de alguien que apoya a un candidato ganador, que no suele obtener la mayoría de los votos emitidos. Este es solo uno de varios problemas, todos los cuales muestran que la reforma democrática es una necesidad en nuestra vida contemporánea.