Las historias que Rafa escuchó de niño eran sobre las aventuras de su padre durante la Guerra Civil. Una historia sin bombas, barro ni sangre. Historias sobre las cosas que tuvieron la suerte de ver y, más aún, historias sobre quienes pudieron haber sobrevivido a la guerra.

Los recuerdos, el nombre y el apellido del padre de Rafael son un hombre afortunado. La evidencia vital que quería dejar es visible en los cuadernos con la esperanza de convertirse en inmortal. Esa historia, pensó, debería haber sobrevivido porque lo que tenía vivo no podía permanecer solo en sus recuerdos.

Debido a la muerte de su padre, las historias escritas aquí y allá en este libro han cambiado dramáticamente. En el proceso, Rafael descubrió que realmente había mucho más en esas historias de aventuras que escuchó cuando era niño. Hubo dolor, terror, espera. Hubo oscuridad y silencio.

Este libro no solo cuenta la historia de un hombre afortunado, sino que cuenta una pequeña realidad dentro de una historia que ya conocemos. Esta es la vida de un hombre con fuertes ideales y una moral implacable en una guerra en la que ambos fueron puestos a prueba. Es una prueba, en definitiva, de que la guerra es un proceso catastrófico y que te acompaña incluso cuando sobrevives.