La marcha de Marjorie Keller a los 43 años no mostraba un destino prometedor para los frutos de su polifacética creatividad, entregada en cuerpo y alma al cine de vanguardia y experimental, un campo ya marginal en el que su personalidad política y la defensa imparcial de . las cineastas que escandalizaron la férrea ortodoxia feminista de la época -como Marie Menken, Gregory Markopoulos o Stan Brakhage- ya habían llevado a cabo sus propuestas en vida. Tras el solitario pero paulatino rescate de su obra fílmica, hubo que volver a poner en circulación -y traducir por primera vez a otros idiomas- su principal obra teórica, esta casi secreta The Untutored Eye, bautizada aquí Un ojo que. adoctrinar, donde el cine de Jean Cocteau, Joseph Cornell y Stan Brakhage se descompone y se interrelaciona desde sus distintas formas de escenificar la juventud. Fuertemente apoyado por la literatura psicoanalítica y cognitiva, Keller rastrea aquí al niño como tema, sujeto, implicación imaginativa y metafórica, pero sobre todo como punto de vista que el cineasta encarna y quiere, consciente o inconscientemente, afirmar como artista. . Entonces, al mismo tiempo y sutilmente, en esta investigación antropológica que también conecta tres tipos de pioneros, una idea de regeneración, de vislumbre de posibilidades -el cine, por supuesto, como la juventud del arte-, la iluminación que se puede hacer . entendemos por qué otros Grandes cineastas -Godard, Erice, Kiarostami…- confiaron en la inocencia y la generosa previsibilidad de los niños con el implacable amanecer de una nueva manera de hacer, de un nuevo mundo y de pensar.